Declaración del Centro de Estudios de Género y Cultura en América Latina

Sorpresa para el género

Declaración pública: Sorpresa para el género

El primer síntoma fue el que proporcionó la declaración de Ximena Ossandón, vicepresidenta  de la Junta de Jardines Infantiles  suponiéndole a las mujeres madres intenciones de descuido de sus hijos como sinónimo de confiarlos a un jardín infantil. Aparentemente las mujeres de este país se dedican a ir a la playa (¿Puente Alto? ¿Pudahuel?¿Maipú?) o a tomar aperitivos en los bares.... Nuestro Centro ha trabajado más de diez años con mujeres trabajadoras chilenas urbanas y rurales, debemos haber entrevistado personalmente a más de 1500 mujeres y encuestado a más de 5000. Nunca nos confesaron estos vicios secretos: ir a la playa y tomar pisco-sour. Eran mujeres cansadas de la doble jornada laboral: 8 horas en la empresa, institución, fábrica o casa particular, además de las consiguientes  8 horas de cuidados familiares y tareas domésticas. Una de las demandas de nuestro diagnóstico de la condición de las funcionarias chilenas fue aquella de contar con mayor apoyo para el cuidado de sus hijos.  No nos consta, claro está, que tuvieran una triple jornada para una happy hour, no se sabe bien a qué horas de las pocas que tiene el día para ellas. Ossandón vuelve a desplegar el discurso de Rousseau de la buena madre, de que la mujer es madre por naturaleza y que cualquier otra cosa es desviación. 

         Desviación, piensan en Coquimbo, puede constituir el uso de minifaldas, de poleras con pabilos y de calzas. Por eso es mejor prohibirlas en el aparato del Estado. Resulta paradójico que en este gobierno neo-liberal, cuyo presidente desde su canal de televisión nos muestra las imágenes más frívolas de mujeres ligeras de ropa, asomen autoridades que quieran -ahora- casi vestirnos con hábitos y sacarnos de la cultura que el mismo sistema ha creado. A cambio de la censura, proponemos que realicen una autocrítica a la exposición y al mercadeo de los cuerpos que ellos mismos propician.

       Para muestra, basta un botón, y son botones como agujeros negros que pretenden tragarse los logros de la lucha de las mujeres contra la discriminación. Bueno saber a qué nos atenemos en esta nueva administración del país. De cara al exterior, qué vergüenza, de cara al país, inaceptable. Por suerte, las mujeres estamos curadas de espanto, sobre todo las que aún conservamos la memoria de la dictadura que este país tuvo que sufrir, en que retornan las imágenes televisivas del bando presidencial del año 1973 en que autorizaba a las "fuerzas del orden" a cortar los pantalones de las mujeres en plena calle a la vista de todos, como también cortar el pelo de los hombres que lo usaban largo. No se vaya a creer que ellos  son de ideas cortas y que  las mujeres lleven los pantalones.

       Hoy, al menos, el escenario es otro y quizás nos debíamos tomar a broma lo del pisco sour y lo de la minifalda. Quizás, se trata de  convencer al auditorio de que las mujeres estamos muy evolucionadas  dentro de un país con la peor repartición de los ingresos en América Latina: frívolamente evolucionadas, con tiempo para el happy hour, los trapos y el vitrineo. Quizás eso es lo que pretenden las autoridades y estamos confundidas: hacer creer a los demás que las chilenas gozan de tantos privilegios que pueden correr a la playa entre el desayuno y la hora del té, con minifalda, camiseta con breteles y calzas. En una de esas nos las encontramos en la ruta 68 haciendo auto-stop mientras dejan a sus niños en los jardines infantiles.... Total, por nuestras buenas carreteras son solo cuatro horitas entre ir y volver de Pudahuel  a Reñaca, de Puente Alto a Cachagua, de Maipú a Zapallar.

 

 

 

 

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