Comprender de manera adecuada las situaciones vividas en la región de La Araucanía el pasado fin de semana requiere analizar en profundidad la historia de las diferentes políticas que el Estado chileno ha llevado a cabo respecto del pueblo-nación mapuche, a partir del momento mismo de su constitución.
Como es sabido, durante las últimas décadas se ha venido generando un clima de polarización y de aumento de la violencia que radicaliza a quienes, por un lado, a partir de los hechos acontecidos, enfrentan el avance del racismo, de la violencia estatal y de las políticas neoliberales y autoritarias sobre el pueblo mapuche y, por otro, a quienes sintiéndose amparados por las políticas de Estado han decidido tomar medidas por sus propia cuenta, desconociendo toda determinante histórica del fenómeno, lo que parece moverlos a comprender lo ocurrido solo como un asunto de violencia rural, y a entenderse a sí mismos como exclusivas víctimas.
Evitar esta riesgosa polarización que hoy enfrentamos como país pasa por reconocer las implicancias históricas, políticas y éticas de lo que a menudo es presentado como un episodio aislado de violencia, con lo que se encubre una historia de racismo y vulneración de derechos humanos que no se debería soslayar.
El Centro de Estudios de Ética Aplicada considera necesario responder al desafío ético y político que enfrentamos como sociedad en vistas de su más pronta superación. El reconocimiento de la historicidad del conflicto, la dignidad y la autonomía del pueblo-nación mapuche es un primer y decisivo paso en la superación del problema.