Alfredo Jaar, artista, arquitecto y cineasta, celebró la publicación de un “libro magnífico” poniendo en contexto la publicación y señalando que “vivimos en un imperio de las imágenes y estas imágenes, que son billones, nos bombardean 24 horas la día, sin merced, sin aviso previo. El problema es que estas imágenes no son inocentes. Cada una contiene una versión ideológica del mundo. Están producidas por científicos, especialistas de marketing, sociólogos, psicólogos, semióticos, y nos caen y nos venden algo: productos, ideas y nos influencian sin que nos demos cuenta, a los adultos y a los niños".
En este marco, señaló, que el “estudio de la política de las imágenes es esencial”, sobretodo para "los niños a quienes educamos para leer y escribir, pero nadie les enseña a ver". Un escenario que, señala, se ha vuelto crítico con las redes sociales y las nuevas tecnologías y con el que este libro viene a lidiar.
Por su parte, Teresa Flórez Petour, directora de Investigación, Creación y Publicaciones de la Facultad de Filosofía y Humanidades destacó que este libro “nos invita a pensar en los sujetos que se está contribuyendo a formar en un sistema educacional que, como señala la autora, niega las capacidades creativas de las y los estudiantes, junto con la de las y los docentes”.
“La educación artística emerge como un campo que si bien está minorizado dentro del currículum escolar, al no corresponder a las disciplinas vistas como centrales, es a la vez un espacio que todavía tiene un margen de libertad al no estar presionado por los sistemas de evaluación y rendición de cuentas externos. Es ese espacio el que la autora nos invita a habitar, donde la creatividad es algo que todos los sujetos portan y pueden desarrollar y que tiene un potencial de crítica, cuestionamiento y transformación desde una visión colectiva de naturaleza emancipadora que invita a las y los estudiantes a cuestionar lo dado y a abordar la cultura visual que hoy les rodea desde un sentido propio y contextualizado. El arte contemporáneo es visto como una plataforma desde la cual dicho cuestionamiento puede construirse”.
Patricia Raquiman Ortega, Directora Postgrado UMCE, destacó que esta obra es "un material que podemos conversar en las salas, en la formación de nuestros estudiantes, en las prácticas profesionales, en los desafíos que tenemos en el aula. El libro nos abre caminos muy interesantes para reflexionar”. En su turno, el diseñador y pintor Santiago Aránguiz Sánchez, señaló es un trabajo de gran importancia para aplicarlo en la formación de nuestros estudiantes universitarios en sus múltiples disciplinas. “Es un aporte trascendente en el análisis y entendimiento de esta sociedad del cansancio y el agotamiento, en la búsqueda de nuevas alternativas y motivaciones para el logro de objetivos superiores. El arte es como la quinta esencia: nos provoca, nos molesta, nos motiva, nos emociona, nos traslada a los espacios más íntimos del sentir humano, nos transforma y nos despierta. Aún así, algo más complejo encierra el arte, diseñar su enseñanza en la teoría y en la praxis”.
Carlos Ossa Swears, académico de la Facultad de Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile, en un profunda reflexión sobre el pensamiento, la educación artística y la cultura visual, abordó el proceso del cual se hace cargo el libro. “El arte y la educación se pueden entender como un trabajo cuya característica principal es el proceso. El libro abre el debate sobre las condiciones en que ese proceso tiene en el contexto contemporáneo y que obviamente interpela a las instituciones educativas, pero también a las instituciones artísticas puesto que un proceso debería ser entendido, en primer lugar, como demorarse en el ejercicio de lograr un objetivo".
“El pensamiento necesita tiempo y el tiempo, a su vez, debe otorgarle al pensamiento las condiciones para que esa demora pueda hacer posible el proceso. Transgredir el paisaje es una metáfora de la idea del proceso, Transgredir el paisaje significa que no podemos ver el paisaje, lo que podemos ver es el proceso a través del cual el pensamiento se ha demorado lo suficiente para hacer aparecer unas imágenes, que más que hablar del objeto visible, hablan de lo que hizo posible ese objeto. Por lo tanto, el profesor, la profesora, el artista y la artista, tienen una tarea fundamental: demorarse. El proceso es, básicamente, otorgarle tiempo al pensamiento para que pueda encontrar la oportunidad de hacer visible el mundo que falta”, finalizó.