"El año '94 es un comienzo genuino, porque es un renacer del golpe sobre la educación y las humanidades que dio la dictadura. Ese inicio evoluciona, cambia y se fortalece", indicó la Rectora Devés, quien destacó aspectos del Decreto de Rectoría Exento Nº556 de 1994, que creó el grado académico de Licenciatura en Educación Media y el título de Profesor de Educación Media en disciplinas científico-humanistas, donde se "reconocen los valores fundamentales de lo que es la labor educativa de la Universidad de Chile". También expresó su valoración por los profesores y profesoras, especialmente de escuelas públicas. “Tengo una admiración muy especial por su trabajo y compromiso", dijo.
El decano de la Facultad de Filosofía y Humanidades, Raúl Villarroel Soto, destacó la excelencia académica y el liderazgo del Departamento de Estudios Pedagógicos, “no solo porque sobresale en el contexto nacional debido a su alto nivel de desarrollo y cultivo disciplinar, lo que está demostrado en su importante producción investigativa y la contribución inestimable que ha hecho a la formación de generaciones de profesoras y profesores que hoy se distribuyen en establecimientos educacionales de todo el país”. También, destaca, la presencia de su estamento académico más allá de nuestras fronteras en un conjunto de redes en colaboración con pares de naciones de todo el mundo. Asimismo, el decano Villarroel, subrayó el protagonismo en las últimas décadas de la Facultad de Filosofía y Humanidades en el “horizonte del trabajo pedagógico y debe, por cierto, seguir empeñándose en defender de la manera más enfática el desarrollo y la implementación de un modelo de educación pública, ajustado a las profundas transformaciones que está experimentando nuestro país, fomentando la educación inicial docente, la formación continua y la investigación educacional del más alto nivel”.
Marcela Gaete Vergara, directora del Departamento de Estudios Pedagógicos de la Universidad de Chile, abrió las palabras refiriéndose a la fundación del Programa de Investigación en Estudios Pedagógicos (PIEP) en 1994, el cual dependía de la Prorrectoría de la Universidad de Chile y era administrado por las cuatro facultades del Campus Juan Gómez Millas: Filosofía y Humanidades, Ciencias Sociales, Ciencias y Artes. En esta primera etapa, señaló, es crucial reconocer el papel impulsor de la decana Lucía Invernizzi Santa Cruz y de la profesora Emérita Julia Romeo Cardone, de la Facultad de Ciencias Sociales.
El PIEP, en palabras de la decana Invernizzi, significó la concreción de una antigua y sentida aspiración: “recuperar para la Universidad de Chile la presencia que desde sus orígenes ella ha tenido en la educación y en la formación de profesores de nuestro país y que perdió en 1981 cuando arbitrarias disposiciones suprimieron los estudios pedagógicos y acabaron con el Instituto Pedagógico”.
La primera directora del PIEP fue María Loreto Nervi. En 1999 se transformó en el Centro de Estudios Pedagógicos CEP bajo la dirección de la profesora Myriam Zemelman y luego de Paz Vidaurrázaga. En 2007 surge el Departamento de Estudios Pedagógicos, asumiendo la dirección Lino Cubillos, sucedido por Ernesto Águila, Óscar Aguilera, Zulema Serrano y Marcela Gaete. Este crecimiento se evidencia en el crecimiento de los 30 primeros estudiantes de la G1 hasta las y los 800 estudiantes distribuidos en cuatro carreras de pedagogía. “Todas las carreras cuentan con un sello reflexivo, orientadas a las infancias y juventudes diversas de nuestro país, basadas en la concepción del y la docente como un intelectual transformativo”.
Presente, pasado y futuro de la Educación en Chile
El panel abordó temas como la historia de la educación y el rol de la Universidad de Chile en la formación de profesoras y profesores. Estuvo integrado por Leonora Reyes e Iván Salinas, académica y académico del Departamento de Estudios Pedagógicos de la Universidad de Chile; Ilich Silva, académico del Departamento de Educación del Instituto Interuniversitario de Investigación Educativa de la Universidad de Los Lagos; y Felipe González Orellana, profesor titulado de la carrera de Pedagogía en Física y Matemática DEP y coordinador académico del Colegio Instituto Santa María.
En la perspectiva de una educación pública, democrática y con conciencia histórica, Leonora Reyes destacó que “la experimentación pedagógica requiere un lugar especial en la forma de trabajo, pues solo de esta manera podemos avanzar en cimentar una educación pública con nuevos lenguajes, justa, solidaria y sensible, que acompañe a las generaciones venideras a desenvolverse en los contextos inimaginables de este siglo”.
En su intervención, Ilich Silva apuntó a la construcción de redes de colaboración entre universidades que forman profesoras y profesores y el lugar de posibilidad y proyección del Departamento de Estudios Pedagógicos para “liderar defendiendo que no puede estar separada la investigación de la formación docente, con un sentido de cuidado, acompañamiento y construcción colectiva”.
Felipe González Orellana, desde su experiencia como egresado y profesor de aula del Colegio Instituto Santa María, reflexionó acerca de los desafíos en las comunidades escolares como la inclusión, la salud mental y la diversidad. “La experiencia me ha demostrado que la clave para enfrentar estos desafíos es el trabajo colaborativo. Las y los profesores no debemos dejar de trabajar colaborativamente, de formarnos y actualizarnos, de investigar en el ejercicio de la docencia y ser activos en la sala de clases, movilizadores en la gestión, siendo agentes de cambio, fortaleciendo el aprendizaje y entregar mayores oportunidades en una sociedad que es desigual a todos nuestros niños, niñas y jóvenes”.
Por último, Iván Salinas, señaló la importancia de una perspectiva transdisciplinar para abordar la educación y el futuro de la formación docente en el sentido de subvertir la fragmentación y el aislamiento de saberes. “La educación como campo de saberes, prácticas, diálogos y vínculos puede ser pionera en crear un espacio transdisciplinar, complejo, que construya lugares comunes sobre la actividad académica que nos convoca y que proponga otras formas de organización para una universidad compleja como la nuestra”.
El origen de la recuperación de las pedagogías
María Loreto Nervi compartió parte de la historia de lo que fue el proceso de recuperación de las pedagogías para la Universidad de Chile. En los años ‘90 un espíritu de reivindicación comenzó a animar la actividad académica. La figura de la decana Invernizzi fue la que encabezó el proceso de reinstalación del cultivo de las pedagogías, sorteando obstáculos y resistencias externas e internas. “La decidida labor de recuperación que llevó adelante la decana Invernizi fue larga, difícil, pero al final exitosa, como todas las grandes tareas que requieren coraje y decisión”.
“En abril de 1994 teníamos en las manos el decreto universitario que daba el vamos a un programa de formación de profesores de educación media en disciplinas científico-humanistas con un ingreso de solo 30 alumnos por promoción. El proyecto aprobado por el Consejo Universitario había sido elaborado por un pequeño grupo de académicos que acompañaron a la decana: la profesora Julia Romeo, autora de las novedosas características teóricas de la propuesta; el profesor Luis Vaisman, siempre audaz en su visión académica y cultural; y el profesor Pedro Peirano, experto en los necesarios ajustes administrativos. Esto consistió en un proyecto experimental de tres años, autoevaluable y con duración de tres semestres para estudiantes licenciados en las disciplinas que tienen su correlato en educación escolar”.
Con dos oficinas, tres escritorios y una pizarra acrílica; una máquina de escribir y la asignación de tres jornadas completas, distribuidas entre cinco académicos: Zulema Serrano, Patricia Soto, Víctor Molina, Sergio Nilo y Loreto Nervi. “Con esos escasos recursos iniciamos una tarea febril: discutir el espíritu del programa, hacerlo hijo de la tarea histórica de la Universidad de Chile, vinculándolo a la opción democrática, libre y pública; propiciar la calidad de la propuesta pedagógica con programas innovativos y fuertemente actualizados; sostener un alto nivel de exigencia académica; y vincular estrechamente la formación teórica con la formación práctica”.
En agosto de 1994 se iniciaron las primeras clases. Se sumaron profesores de didáctica de las especialidades quienes acompañaron las prácticas de la primera generación. Para el segundo año, gracias a fondos concursables de la División de Educación Superior del Mineduc, se sumaron ayudantes y se robusteció el cuerpo académico, adquirió bibliografía y los primeros seis computadores.
Ya en 1998 se puso término a la etapa experimental con cuatro promociones tituladas. Con su consolidación, el PIEP había logrado reinstalar las pedagogías en la Universidad de Chile, “cumpliendo un sentido anhelo de toda la comunidad que había apreciado el trabajo realizado y que comprendía el logro del PIEP como un legítimo derecho de la universidad de cultivar los estudios pedagógicos, respondiendo de este modo a su principio histórico e inherente de colaborar y participar de los asuntos de calidad y justicia social en la educación del país”.
“De esa raíz primigenia se avanzó al actual Departamento de Estudios PEdagógicos que a lo largo de los años ha cumplido a cabalidad sus tareas académicas, diversificando el proyecto original de formación docente, incorporándose a las tareas de investigación y publicaciones e incrementando su presencia en el mundo de la discusión pedagógica como era esperable”,