¿Quién debe decidir? Con los rápidos avances de la inteligencia artificial (IA), comenzamos a delegar decisiones en sistemas que no conocen la responsabilidad como hasta ahora la entendemos, es decir, no encarnan la experiencia como una deliberación racional y con una sensibilidad ética particular, sino que calculan, ordenan y distribuyen con un nivel de eficiencia y rapidez que impacta a la humanidad de una forma sin precedentes y en múltiples áreas. La IA selecciona datos, organiza prioridades, recomienda acciones y, en esa operación, redefine silenciosamente estructuras, comportamientos y valoraciones sobre problemas de diversa índole y relevancia socio-política. Especialmente, en lo que se trata de la utilización de recursos IA para la distribución y organización de cuestiones de materias de política pública (salud, educación, democracia, etc.) resulta imprescindible un debate previo sobre límites y alcances de la responsabilidad en dicho contexto. Por ejemplo, en estimular la reflexión sobre los límites de la agencia tecnológica y los principios de responsabilidad moral en contextos públicos; en la exploración de si la automatización de decisiones limita o amplía la capacidad ciudadana de influir en lo público; en cuestionar la tensión entre eficiencia estatal y el derecho a la privacidad individual; Explorar si conceptos clásicos como justicia, libertad y poder siguen siendo guías válidas frente a tecnologías emergentes, entre otras temáticas, sobre las que la filosofía tiene una larga tradición.
Si dejamos que una máquina decida, ¿Quién es responsable? ¿El programador? ¿Las leyes que la permitieron? ¿La sociedad que no vigiló su uso? ¿Todos o nadie? ¿Podemos aceptar políticas públicas basadas en IA sin determinar antes sus responsables y/o detectar errores sin culpable? ¿Qué posición ética es aceptable en ceder frente a la eficiencia y la técnica? Y, sobre todo, ¿Qué tan realmente capaces somos de decidir, por nosotros mismos y con libertad, sobre estos temas?
Los desafíos actuales que nos entrega una era hipertecnologizada -y los que se dejan avecinar a futuro- posicionan a la filosofía no solo como una disciplina fundamental por su compromiso con la deliberación racional, la argumentación basada en conocimientos y la búsqueda del saber, sino también por su riqueza histórica en torno a teorías y perspectivas éticas y políticas sobre responsabilidad, agencia y justificación la vuelven más urgente que nunca.
Los debates se realizarán del 27 de octubre al 10 de noviembre de 2025.
Más informaciones en: https://filosofia.uchile.cl/cedea/ y en desafiofilosofia@uchile.cl