Darcie Doll Castillo, directora de Cegecal, saludó y agradeció la cercanía de Ximena Valdés con el Centro, a quien calificó como una “amiga y colaboradora permanente”. Junto con ello, destacó la importancia histórica para para el Centro tiene el Diplomado en Estudios de Género, que se ofrece desde 1998 y es pionero en esta área del conocimiento. “El 2023 contamos con 26 estudiantes, de las cuales 10 fueron de regiones, lo cual conlleva una mayor descentralización y democratización del pensamiento”, subrayó.
Vanessa East, coordinadora ejecutiva de dicho programa, fue la encargada de hacer entrega de los diplomas. Tras ello se tomó un momento para recordar a Magadalena Fabbri, psicóloga con una larga trayectoria de activismo por los derechos de las personas trans, quien falleció el año pasado mientras cursaba el diplomado. “Será recordada por sus generosos y acertados aportes en las clases y por sus convicciones en la lucha por los derechos de las mujeres y las disidencias sexuales”, dijo.
A continuación, la directora del Magíster en Estudios de Género con Mención Humanidades, Margarita Iglesias Saldaña, entregó un galvano hecho en vidrio a Ximena Valdés. La homenajeada inició sus estudios en historia, geografía y arqueología en el Pedagógico de la Universidad de Chile. Luego se licenció en Geografía, y obtuvo un Magíster en Letras, Geografía y DEA, en la Universidad Paris 7, de Francia. Con posterioridad se Doctoró en Estudios Americanos, Mención Historia Económica y Social, en la Universidad de Santiago de Chile. Actualmente es Profesora de la carrera de Geografía, en la Universidad Academia Humanismo Cristiano. También ha sido directora del CEDEM –Centro Estudios de Desarrollo de la Mujer-. Es Investigadora responsable en 9 Proyectos FONDECYT; y coinvestigadora en 3. Entre sus libros recientes figuran, “De la dominación hacendal a la emancipación precaria. Historias y relatos de inquilinas y temporeras”, UAHC 2020; “Mujeres de tierra y fuego. Loceras de Pilén”, CEDEM 2020; y “Tiempos y espacios”, UAHC 2019.
“No me gusta la ciudad”
Ximena Valdés dictó la charla magistral, “Salario y Género: apropiación, desterritorialización y maternización (de lo local a lo global), durante la cual realizó un recorrido histórico sobre la situación de la mujer campesina en Chile. Luego se concentró en fenómenos globales relacionados con el trabajo en el campo - especialmente el temporero - tomando como referencia los casos de México y España.
A su juicio, la Reforma Agraria fue la política pública más importante del siglo XX dirigida al sector agrario en América Latina. Y como una cosa lleva a la otra, trajo consigo la sindicalización del campesinado, a pesar de que el inquilinaje era un fenómeno muy asentado. Sin embargo, recalcó, el movimiento fue protagonizado solo por hombres. Todos los dirigentes de la Confederación Sindical Campesina lo eran, y las mujeres, “que todavía usaban unos largos faldones negros y obedecían a sus maridos”, eran relegadas a los departamentos femeninos de las organizaciones y confinadas a reproducir las labores domésticas de sus hogares. El golpe militar de 1973 en Chile cambió todo. El movimiento sindical fue aniquilado, y muchos de sus dirigentes asesinados o hechos desaparecer.
A los movimientos feministas de los 80 y 90, conformados en su mayoría “por mujeres blancas de clase media, tampoco les importó mucho la situación de la mujer campesina, y la llegada de la democracia poco cambió la situación”, señaló. Se adoleció de una casi total carencia de políticas públicas hacia ese sector, dijo, pero la Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer realizada en Biejing en 1995 marcó un hito. Las mujeres campesinas se reagruparon e independizaron de las organizaciones tradicionales y con el tiempo formaron la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas, ANAMURI, que las representa hasta hoy.
En el mundo actual, explicó, la globalización y los fenómenos transmigratorios, han precarizado el salario. Paralelamente, la frontera entre lo urbano y lo rural se ha desdibujado. Hoy, el trabajo en el campo, especialmente el temporero, se ha territorializado y etnizado, es decir la masa trabajadora se mueve de un lugar a otro según las temporadas de cosecha y en su mayoría está compuesta por mujeres, indígenas y migrantes. Aunque a ellos se han incorporado profesionales e incluso estudiantes universitarios, que encuentran en esta modalidad una manera de aumentar sus ingresos, recalcó.
En el caso de Andalucía (España), continuó, se ha producido lo que llama maternización del trabajo, un fenómeno que afecta fundamentalmente a las mujeres marroquíes durante la temporada de recolección de la fresa. Las empresas solo contratan mujeres migrantes de entre 18 y 45 años que tengan hijos menores, como una forma de control migratorio.
Consultada por la automatización del trabajo en el campo, Valdés dijo que no cree que ello ocurra en aquellos casos como el de la recolección de cerezas y arándanos – cultivos que la llevan en Chile debido a la demanda china – debido a que son frutos delicados. “El trabajo de la mujer se asocia a la mano y el del hombre al de la maquinaria. Pensemos que, desde la crianza, las mujeres desarrollan habilidades de motricidad fina: tienen que tejer, pegar botones, hacer bastas”, dijo.
En cuanto a su vocación personal por el área de la ruralidad, cree que se debe “a que crecí en Conchalí en medio de gallinas y chanchos, cuando allí todo era campo”; a circunstancias de la vida, investigaciones y estudios. Y a que “no me gusta la ciudad, donde hay mucha violencia”.